Mi historia

Nombre: Kerstin
Edad: 41
Profesión : Profesora de enseñanza básica con mención en alemán, fotógrafa y entrenadora de caballos
Nacionalidad: Chilena y alemana
Estudios relacionado con caballos:
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2004 doma racional (Martin Hardoy)
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2015 clínica de etología, manejo y doma natural equina (Constanza Pérez)
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2016 curso masaje equino (equimasaje)
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2017 horsemanship (Mauricio Benavente)
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2017 clínica de masaje y tape en equinos (Constanza Pérez)
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2017 diplomado equinoterapia (Cintec)
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2018 curso entrenamiento en libertad y pie a tierra (Mariano Cafferata)
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2019 -2020 diplomado entrenamiento en libertad y pie a tierra con caballos (UAI, Mariano Cafferata)
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y mucha lectura
Mi historia con los caballos 🐴❤️
No sé exactamente cuándo comenzó esta fascinación por los caballos, pero lo cierto es que cada vez que tenía la oportunidad de estar cerca de uno, la aprovechaba al máximo. Recuerdo cuando era muy pequeña e iba a buscar al caballo "Condorito", que trabajaba la parcela de mis abuelos. Me encantaba verlo arar la tierra con tanta fuerza y, al mismo tiempo, ser tan amable con las personas. Tengo fotos donde aparezco con apenas 5 años montando estos gigantes noble. Desde entonces, supe que esto era algo especial para mí.
A los 12 años tomé mis primeras clases de equitación. Lo que no sabía en ese momento, es que años más tarde volvería a ese mismo club, esta vez, con mi propio caballo. En esas primeras clases descubrí un mundo que me atrapó por completo. Dos años después me cambié de club y tuve la suerte de montar caballos con más entrenamiento, caballos que pertenecían a personas que no podían dedicarles el tiempo necesario. Ahí sentí una conexión y una potencia que no había experimentado antes. Incluso participé en mis primeros concursos de salto.
A los 17, comencé clases particulares de equitación en un nuevo lugar y llegué a saltar hasta 1,20 m. Sin embargo, los concursos no eran lo mío: aprenderme los recorridos minutos antes de montar… ¡imposible para mí!
Ese mismo año viajé por primera vez a Alemania. Viví y trabajé en un pequeño centro ecuestre dedicado a la crianza de caballos Hannoverianos. Fue una experiencia increíble: montar caballos de ese nivel y también asumir el trabajo de cuidar de ellos, limpiando pesebreras, alimentándolos y aprendiendo desde lo más básico hasta lo más avanzado.
A los 21 volví a Alemania, esta vez para estudiar crianza y manejo del caballo, algo que soñaba desde los 14 años. Lamentablemente, por trabas burocráticas y de salud, no pude completar mis estudios y regresé a Chile. Fue muy duro no poder cumplir ese sueño y decidí alejarme un tiempo del mundo ecuestre.
Durante esa etapa me detectaron una hernia lumbar. Me operaron de urgencia, y a los pocos meses, la hernia volvió. Algo que ocurre solo al 5% de las personas. Me enfrenté a una segunda cirugía, y con ella vino el diagnóstico: "no podrás volver a montar".
Pero cuando me dicen que no puedo hacer algo, más me esfuerzo por conseguirlo.
En 2015, gracias a una terapia alternativa y sin dolores de espalda, decidí cumplir un sueño de toda la vida: tener mi propio caballo. Pude costearlo gracias a mi trabajo como profesora, mis clases particulares y como babysitter. Así llegó Casanova, un caballo Holsteiner de 3 años y medio, que pude comprar en cuotas.
No sabía si íbamos a hacer salto, adiestramiento o solo paseos… lo importante para mí era vivir la experiencia de tener mi caballo y aplicar todo lo que había aprendido con los años. Muchas personas pensaron que estaba loca. Que llevaba mucho tiempo alejada, que no sabía a qué me enfrentaba, pero Casanova fue mi mejor maestro. Con él viví la conexión más hermosa que puede existir entre un ser humano y un caballo: una comunicación sin palabras, pero llena de entendimiento.
Durante 4 años tomamos clases de adiestramiento y logramos presentarnos en concursos. Incluso ganamos un segundo lugar. Fue un orgullo demostrar que con cariño, paciencia y dedicación, sí se puede.
Casanova fue, sin duda, el mejor caballo que me pudo tocar.
En 2020, decidí dar otro gran paso: mudarme al sur (X Región) para cumplir el sueño de tener a Casanova viviendo conmigo y comenzar a dar clases y talleres centrados en el bienestar equino. Lamentablemente, el destino tenía otros planes… El 1 de agosto de ese año, Casanova falleció antes de poder vivir juntos. Fue un golpe durísimo.
Pero la vida también sabe cómo renovar la esperanza. En noviembre llegaron Sokar y Cherry, dos caballos maravillosos que me motivaron a seguir adelante con este proyecto.
Este sueño nace de todo lo que vi —y aprendí— en diferentes lugares, y del deseo profundo de aportar al bienestar de los caballos. Muchas veces, por desconocimiento, no se respetan sus necesidades más básicas: su lenguaje, su forma de aprender, de relacionarse, su comportamiento natural… Y eso impacta directamente en su calidad de vida.
Hoy estamos en búsqueda de un lugar definitivo para establecernos y poder enseñar todo lo que sé. Un espacio donde tanto caballos como personas puedan sentirse bien, aprender y crecer juntos.
Porque siempre podemos seguir aprendiendo, y si unimos la enseñanza con el amor por los caballos, el camino es aún más bonito.
Gracias por leerme.
💛 ¡Nos vemos pronto!